México, Asociación de Escritores de México, 2015
“A cincuenta años de la protocolización de la Asociación de Escritores de México A. C., el 2 de enero de 1965, muchas reflexiones quedan todavía por hacer en el seno de los miembros actuales, así como de los que se sumarán con los años. La primera y la más obvia es la que surge a partir del consabido lugar común que desea presagiar otro cincuentenario que permita más rostros, más historias y más proyectos para un nuevo balance en el año 2065. Sin embargo, lo más sustancial, sigue siendo, sin duda, el preguntarnos si una asociación de escritores es viable en estos albores del siglo XXI.
La respuesta inminente es que sí, dado que hemos estado trabajando por una meta en común que está presente en el nombre mismo de la agrupación: somos socios y, por ende, creemos en una prosecución enmarcada en la tarea escritural. 437 escritores miembros, o al menos vinculados a la Asociación, han sido detectados en respectivas carpetas que permiten establecer un parámetro acerca de los aconteceres, escriturales en general, literarios sobre todo, de una organización que sin duda es la más relevante en la segunda mitad del siglo XX en cuanto a poder de convocatoria y a desarrollo de actividades encaminadas a la promoción y difusión de las letras mexicanas.
Somos, pues, una asunción que posee, claro, un sentido práctico y pugna por recursos económicos bajo una figura jurídica que permita erogarlos –con todos los inconvenientes y diferencias que eso conlleva y nos ha marcado en más de una etapa–pero también una vocación de difusión cultural que ha creado escenarios para las letras desde diversas índoles –con los apoyos y las diatribas consecuentes, que también han sido parte de nuestro devenir–.
Así es como la Asociación ha sido la piedra angular de un edificio que sigue olvidado al margen de una urbanización literaria que no lo ha integrado en sus mapas. Y no es sólo cuestión de archivo soterrado, sino que asombra encontrar datos y referencias de escritores y circunstancias literarias de gran peso que las academias y los actores de nuestras letras han decidido hacer a un lado. Y es entonces que pasamos del reclamo interno al externo: ya no sólo es importante cuestionar por qué nos ausentamos, sino por qué afuera no se toma en cuenta nuestra historia en las letras nacionales.”
El autor.