Toluca, Instituto Mexiquense de Cultura, 2015
“El misterio permanente de las bibliotecas es su capacidad de contener las voces múltiples de los rostros del mundo. Al mismo tiempo, son una alegoría, la gran alegoría del afuera de sus páginas: contienen al mundo y lo reproducen en el mismo instante en que un eco está saliendo de una voz y una sombra de una hora del día. En un sentido contrario también, las bibliotecas obligan a una reflexión del acto que las hizo posibles: la lectura. No es posible leer un libro, una página, un párrafo, sin la consecuente refracción del hecho contrario: la lectura del mundo en sus múltiples y vertiginosas escrituras. Mejor y más lejos aún, la variación nos lleva a un espejo majestuoso: el ser leídos. El Libro de los libros nos adentra en cuadros, imágenes, estatuas, cuartos, calles, relatos, parajes, símbolos que son el ningún lado de todos los lados que inspirara alguna vez la recreación del Aleph. Hay aquí otros laberintos porque las puertas y los pasadizos son, también, perdurables.” Alicia Reyes.